El informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado recientemente ofrece la evaluación más completa de los estrechos vínculos entre el colapso climático y la forma en que usamos la tierra (para la agricultura y la silvicultura, principalmente), desde su informe especial sobre el uso de la tierra, los cambios en el uso de la tierra y silvicultura en 2000. El informe emitido hace una semana se presentó con el siguiente mensaje:
La tierra es donde vivimos.
La tierra está amenazada.
La tierra es parte de la solución.
Pero la tierra no puede hacerlo todo.
Y en el no solo destaca las presiones que los humanos ya estamos ejerciendo sobre la tierra, sino también señala qué medidas y soluciones están disponibles para avanzar hacia una transformación importante y positiva en la forma en que manejamos la tierra, apoyar a los productores de manera justa para producir alimentos diversos y de bajo impacto medioambiental, así como impulsar hábitos de consumo saludables y sostenibles. Algunas de estas soluciones pasan por alejarnos de la agricultura industrial a gran escala, eliminar el desperdicio de alimentos, reducir el consumo de carne, detener la deforestación y restaurar los ecosistemas dañados.
Todos estos temas son importantes, pero el informe dice mucho más:
Primero, habla de la importancia de crear paquetes de políticas unificadas, no de soluciones pertenecientes a un solo departamento gubernamental con una agenda política desconectada del resto. Segundo, enfatiza la importancia de la participación ciudadana real, desde la elección de indicadores reales hasta las acciones a priorizar. Esto requiere escuchar atentamente a la población para que las estrategias no sean solo de «arriba hacia abajo» si no también de «abajo hacia arriba», observar aquello que ya se está haciendo para fortalecer los sistemas alimentarios completos para un cambio transformador y sostenible, obtener información sobre cómo funcionan los ecosistemas, cómo están cambiando y qué se necesita para protegerlos y restaurarlos.
Este es un informe para una audiencia global. La reducción de las desigualdades entre países «ricos» y «pobres» es fundamental para una transición justa y justa hacia un futuro más sostenible. Depende de nosotros en los países desarrollados reducir nuestros impactos en el planeta, para que los países en desarrollo puedan obtener una parte justa de los recursos de la tierra para satisfacer sus necesidades materiales básicas y mejorar su salud y bienestar. Pero también los países «ricos» tienen que reducir las desigualdades en sus sistemas alimentarios.
En concreto, pienso que España necesita una comisión permanente sobre el de uso de la tierra para proporcionar evidencia y propuestas a los responsables políticos, los cuales deben tomar decisiones sobre el uso de la tierra, plantear planes de transición prácticos y elaborados, para que los agricultores puedan encabezar la cuarta revolución agrícola que necesitamos. Los agricultores son capaces de cambiar el sistema agrícola hacia un sistema resiliente, pero solo si se les proporciona el apoyo adecuado.
Para estimular una rápida transformación en el sector agrario a mayor escala, la Unión Europea necesitara estimular la acción inmediata en este sector en línea con el objetivo del Acuerdo de París de 1.5 ° C y aumentar su objetivo climático para 2030 en al menos un 65% de reducción de emisiones. De no ser así, probablemente empeoraría los riesgos existentes y aumentaría la desertificación, disminuiría la productividad de los cultivos y el ganado (como ya está sucediendo este año en nuestro país, afectando a agricultores de todas las regiones) y la biodiversidad, reduciría el contenido de nutrientes de los cultivos y contribuiría a la inseguridad alimentaria (incluyendo la disponibilidad de agua), la pobreza, la migración y los conflictos. La oportunidad perfecta para hacerlo es la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas en septiembre, donde se debe de dejar claro que a menos que cambiemos rápidamente el curso sobre el uso de la tierra y la agricultura, junto con la reducción del uso de combustibles fósiles y los subsidios a grandes cultivos (como el maíz y la soja), no podremos prevenir la crisis climática.
Retrasar las medidas para abordar los problemas del uso de la tierra ahora no es una opción, por ello cuanto antes se tomen medidas serias, mejor.
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