Desenmascarando el rol de los combustibles fósiles en la alimentación: Un llamamiento urgente para transformar los sistemas alimentarios
- phernandezolivan
- 3 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 4 días
El nuevo informe de IPES-Food, "Del combustible a la mesa", expone con contundencia una verdad incómoda: los combustibles fósiles no solo alimentan nuestras industrias y medios de transporte, sino también nuestros sistemas alimentarios. Lejos de ser un actor periférico, la industria alimentaria es responsable de al menos el 15% del consumo mundial de combustibles fósiles y consume el 40% de todos los petroquímicos, principalmente en forma de fertilizantes sintéticos y envases plásticos.
Un sistema alimentario adicto al petróleo y al gas
Desde la producción de fertilizantes nitrogenados hasta los envases de alimentos ultraprocesados, los combustibles fósiles están presentes en cada eslabón de la cadena alimentaria. Esta dependencia no solo tiene un altísimo costo climático, sino también social y sanitario. Las consecuencias incluyen:
Contaminación del aire, agua y suelos.
Emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero como el óxido nitroso (300 veces más potente que el CO₂).
Riesgos sanitarios por microplásticos y pesticidas derivados del petróleo.
Vulnerabilidad extrema ante choques de precios de energía y fertilizantes, que amenazan la seguridad alimentaria de millones.
Al menos el 3,5 % de los plásticos producidos en todo el mundo se utilizan en la producción de alimentos, y el 10 % en envases de alimentos y bebidas. Esta omnipresencia del plástico, junto con su origen fósil y su difícil reciclaje, convierte al sistema alimentario en una de las principales fuentes de contaminación plástica del planeta.
Las falsas soluciones del agronegocio
El informe alerta sobre las soluciones "tecnológicas" promovidas por las grandes corporaciones agrícolas y alimentarias, como los fertilizantes "verdes" o "azules", la agricultura digital y la biotecnología. Aunque prometen sostenibilidad, en realidad profundizan la dependencia de insumos fósiles, concentran aún más el poder corporativo y aumentan los riesgos ecológicos y sociales.
Solo el 0.3% del amoníaco utilizado en fertilizantes proviene de fuentes renovables.
Las tecnologías de captura de carbono tienen una eficacia muy limitada y a menudo son utilizadas para extraer aún más petróleo.
Las plataformas digitales agrícolas y la inteligencia artificial consumen grandes cantidades de energía, en su mayoría generada por combustibles fósiles, mientras privatizan los datos de los agricultores.
La salida: transformación sistémica, no ajustes superficiales
El informe es claro: no basta con sustituir unas tecnologías por otras, ni electrificar procesos de forma aislada. Lo que se requiere es una transformación estructural del sistema alimentario, que ponga fin a la era de la comida fósil.
Las recomendaciones incluyen:
Impulsar una transición energética justa que expanda y distribuya equitativamente las energías renovables.
Eliminar gradualmente los agroquímicos y promover la agricultura agroecológica.
Reconstruir las cadenas de suministro alimentario locales.
Reducir el plástico ampliando los sistemas de reutilización y exigiendo responsabilidades a las empresas.
Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y ampliar el acceso a alimentos saludables.
Eliminar el desperdicio de alimentos y ampliar el uso de cocinas limpias y eléctricas.
Controlar el poder de las empresas y democratizar la gobernanza de los sistemas alimentarios.
Un camino posible y necesario
A pesar de los desafíos, la transición ya está en marcha. Personas productoras, comunidades, gobiernos locales y movimientos sociales están mostrando que otra forma de producir y consumir alimentos es posible: saludable, justa, sostenible, libre de combustibles fósiles. Pero para acelerar esta transición, es indispensable romper el silencio político sobre el rol de los combustibles fósiles en la alimentación.
En palabras de IPES-Food, “no podemos enfrentar la crisis climática sin sacar a los combustibles fósiles de nuestros sistemas alimentarios”.
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