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¿Comedores sostenibles? No mientras sigamos alimentando desigualdades

  • phernandezolivan
  • 22 may
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 7 días

La reciente aprobación del Real Decreto sobre Comedores Escolares supone un avance en la dirección correcta: reconoce el derecho de los niños y niñas a una nutrición adecuada como una cuestión de salud pública, y pone el foco en las desigualdades sociales que agravan la malnutrición y el sobrepeso, especialmente entre los menores de familias con menos recursos. Así lo confirma el estudio ALADINO 2023 y lo refuerzan datos de la Organización Mundial de la Salud, que alertan sobre las consecuencias de una mala alimentación en la infancia para el resto de la vida.


Pero en este avance hay una omisión dolorosa. Un silencio que pesa. El elefante en la habitación: los comedores sin cocina.


¿De qué hablamos cuando hablamos de equidad alimentaria?

Según un estudio de 2018, en España, aproximadamente el 60% de los colegios de primaria no tienen cocina propia. En lugar de ofrecer comida recién preparada, dependen de lo que la industria ha bautizado con un eufemismo: “línea fría”. Detrás de este término técnico se esconde una rutina diaria de ultraprocesados recalentados que se sirve, día tras día, a miles de niños y niñas durante los años más críticos de su desarrollo: de los 2 a los 12 años.


Mientras algunos niños y niñas disfrutan de comida recién hecha, otros consumen menús con escasa calidad nutricional, preparados industrialmente con días o incluso semanas de antelación. Esta diferencia no es una cuestión técnica. Es una cuestión de justicia social y de salud pública.


No podemos seguir hablando de “comedores saludables” si ignoramos esta enorme desigualdad estructural. La falta de cocinas en los centros escolares no es una anécdota, es la norma, y supone una barrera clara para lograr una alimentación verdaderamente saludable, sostenible y equitativa para todos.


Nace una campaña valiente para cambiar esta realidad

Por eso nace esta campaña estatal, con un mensaje claro: no habrá comedores saludables sin cocinas en los colegios. Desde la Plataforma COME PÚBLICA, uno de nuestros socios, ha comenzado a recorrer este camino, demostrando que sí es posible avanzar con valentía cuando hay voluntad y consenso social.


La campaña se articula en torno a dos pilares:

  • Un Manifiesto Gastronómico, ya lanzado, que explica por qué tener cocina propia es vital desde un enfoque cultural, educativo y gastronómico.

  • Un próximo Informe Nutricional sobre las líneas frías, que evidenciará con datos la calidad real de estas comidas.


En solo unos días, el manifiesto ha recogido más de 100 apoyos de entidades de todo el Estado, entre las que nos encontramos, AMPAs de diversas comunidades (Aragón, Asturias, Galicia, Valencia), sindicatos agrarios, como UAGA y restauradores, incluidos chefs de renombre como Alberto Ferruz (3 estrellas Michelin).


El mensaje es claro: la sociedad está lista para el cambio. Ahora le toca a la política estar a la altura.


En consecuencia, el siguiente paso es llevar este consenso al Congreso, con propuestas concretas que permitan asegurar una alimentación digna, saludable y justa en los comedores escolares. Queremos que cada euro invertido en alimentación escolar se traduzca en comida real, nutritiva y cocinada con dignidad, y no en beneficios millonarios para un oligopolio de cuatro empresas que lucran a costa de la salud de nuestros hijos e hijas.


Es hora de implementar un sistema de contrapesos y rendición de cuentas, que garantice que el dinero público sirve realmente al bienestar de la infancia.


Este es solo el primer paso

La lucha por unos comedores verdaderamente saludables no ha hecho más que empezar. Esta campaña no es el final, es el principio de una transformación estructural que debe poner la salud de la infancia en el centro. Porque no podemos seguir permitiendo que la calidad de la comida dependa del código postal del colegio o del presupuesto de una licitación.


Una alimentación sana no es un lujo. Es un derecho. Y no descansaremos hasta que sea una realidad para todos los niños y niñas, en todas las escuelas.

 
 
 

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