Esta semana se ha presentado en el Parlamento Europeo un informe que insta a incluir en el Acuerdo Verde Europeo y la estrategia de la «granja a la mesa» un “impuesto de sostenibilidad” sobre la carne para compensar su impacto medioambiental y ayudar a los agricultores y consumidores a producir y consumir mejores alimentos. El impuesto, que aumentaría el precio de un filete en aproximadamente un 25%, se aplicaría gradualmente durante la próxima década.
Este informe ha sido producido por la Coalición sobre el precio justo de la proteína animal (TAPP, por sus siglas en inglés), que reúne a organizaciones y expertos en salud, medio ambiente y bienestar animal, y el grupo de investigación ambiental CE Delft, el cual analizo los costes de las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación del aire y del agua, y las pérdidas de biodiversidad asociadas con la producción ganadera. Se estima que cubrir estos costos aumentaría el precio de la carne de vacuno en 0,47 € por 100 g. El impuesto sobre la carne de cerdo y pollo sería menor debido a su menor impacto ambiental, a 0.36 €/100g y 0.17 €/100g respectivamente. El informe sugiere que tales cargos podrían reducir el consumo de carne de vacuno en la Unión Europea (UE) en un 67%, de carne de cerdo en un 57% y de pollo en un 30% para 2030; además de reducir las emisiones en 120 millones de toneladas al año.
Así este impuesto ayudaría a recaudar 32 mil millones de euros al año para los estados miembros de la UE, de los cuales la mitad podrían destinarse a ayudar a los agricultores a cambiar su producción hacia cultivos de proteína vegetal, por ejemplo. El resto debería usarse para reducir el coste de las frutas y verduras, apoyar a las familias más pobres y ayudar a los países en desarrollo a enfrentar la crisis climática.
En otras ocasiones hemos destacado que numerosos estudios en los últimos años han demostrado que un cambio hacia dietas saludables y más ricas en plantas puede brindar importantes beneficios para la salud, el medio ambiente y la economía. Y sin duda, apoyar un impuesto sobre aquellos alimentos con más huella climática tiene un gran potencial, pero la sostenibilidad no puede depender de las decisiones de los consumidores, el sistema debe cambiar de forma sistemática. Por ello pienso que los gobiernos deben liderar con el ejemplo y hacer que en los comedores públicos en hospitales, escuelas y oficinas gubernamentales se reduzcan los alimentos insostenibles (no solo en cuanto a proteína animal) de sus menús a través de sus pliegos de compra; se incluya en el currículo de escuelas y universidades la mejora de las habilidades prácticas de cocina; y/o los productos de origen vegetal sean más accesibles y asequibles, haciendo que sean la opción predeterminada, por ejemplo, en eventos.
Los gobiernos, la industria y los consumidores de todo el mundo son más conscientes que nunca de la necesidad de vivir dentro de los límites de nuestro planeta, pero las soluciones tecnológicas no van a resolver el problema y es necesario reducir nuestros impactos ambientales con algunos cambios simples de comportamiento.
Este impuesto pondría en práctica el principio de quien contamina paga y aunque existen grandes beneficios, todavía hace falta saber cómo sería su implantación especifica en los diferentes estados miembros.
Para leer el informe completo (en inglés), pincha aquí.
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