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¿Qué debe pasar durante esta COP27 para proteger nuestro sistema alimentario?

Los sistemas alimentarios representan un tercio del total de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI), pero se han ignorado sistemáticamente en las negociaciones climáticas. Hasta ahora.


Por primera vez, durante las negociaciones climáticas de la ONU, la llamada COP27, en Sharm El Sheikh, Egipto, tendrá no sólo un pabellón oficial dedicado a la alimentación y la agricultura, ¡sino que habrá al menos tres! El Pabellón oficial de la Alimentación y la Agricultura con la presencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Fundación Rockefeller y el consorcio de centros de investigación, CGIAR; el Pabellón de Sistemas Alimentarios y el Pabellón Food4Climate. También en el Pabellón del Centro de Innovación Global (UGIH) de Cambio Climático de las Naciones Unidas habrá sesiones dedicadas a la alimentación.


Sin duda esto son grandes noticias, pero estaremos pendiente a los debates que se generan, ya que en los últimos años se han presentado propuestas engañosas y teñidas de verde que mantienen la agroindustria como de costumbre y, en última instancia, aumentan nuestra vulnerabilidad al cambio climático. De hecho, en el informe “Smoke & Mirrors”, IPES-Food desglosa los términos competitivos de “agroecología”, “soluciones basadas en la naturaleza” y “agricultura regenerativa”. Suenan similar y tienen ambiciones similares, pero estos dos últimos términos son los que utilizan los gobiernos con altos ingresos y la agroindustria y advierten que están ganando terreno en las cumbres de alto nivel que se centran en clima, alimentación y biodiversidad, como en esta COP27.


Pero IPES-Food dice que una vez que los desglosas, son bastante diferentes. La agroecología, la cual es difícil de resumir en pocas palabras, se trata de una agricultura que no solo es respetuosa con el suelo y el medio ambiente, sino que también tiene en cuenta los desequilibrios de poder inherentes dentro de nuestros sistemas alimentarios y se basa en una pluralidad de conocimientos, enfatizando la inclusión de voces en situación de vulnerabilidad.


Los otros dos: “soluciones basadas en la naturaleza” y “agricultura regenerativa”, en mi opinión, se despojan de la segunda parte y se preocupan principalmente por resolver solo los aspectos ambientales.


Además, la agroecología es el único concepto entre los tres que ha alcanzado claridad y madurez conceptual a través de un largo proceso de deliberación inclusiva e internacional. Seguiremos de cerca estas discusiones durante la COP27, pues verdaderamente, si se hace bien, los sistemas alimentarios pueden ser una parte importante de la solución.


Es por ello, que no se pueden ignorar los sistemas alimentarios en los planes nacionales de acción climática. La ciencia ha demostrado que incluso si tomamos en cuenta las emisiones de otros sectores (energía, transporte, industria, ...), pero no se incluyen la de los sistemas alimentarios, las emisiones seguirán creciendo, haciéndonos avanzar en la dirección equivocada para limitar el calentamiento global a 1,5 °C.


El dióxido de carbono sigue preocupando, teniendo en cuenta que ocho emisores principales (siete miembros del G20 y el transporte internacional) contribuyeron con más del 55 % a las emisiones globales totales de GEI en 2020. ¿Los países? China, EE.UU., UE27, India, Indonesia, Brasil y Rusia. Pero debemos recordar que nos estamos perdiendo el resto del panorama y necesitamos traer otros gases con graves consecuencias para nuestra salud humana al debate, como el óxido nitroso derivado del uso de fertilizantes químicos o la generación de metano derivado de la producción de arroz en campos inundados.


Sin duda, es importante observar todo el panorama y considerar las interconexiones que existen, ya que los sistemas alimentarios son importantes contribuyentes no solo al cambio climático sino también al cambio de uso de la tierra y la pérdida de biodiversidad, agotamiento de los recursos de agua dulce y contaminación de y ecosistemas terrestres. Adoptar una perspectiva sistémica de los sistemas alimentarios implica un enfoque intersectorial que conecta explícitamente la oferta y la demanda, y todos los actores de la cadena alimentaria, de la granja a la mesa. Facilitar la identificación de sinergias y compensaciones a través de las confluencias de aspectos ambientales, sociales, de salud, económicos y culturales es muy complejo. Por eso, durante esta COP27, también debería hablarse de los cambios que necesitamos hacer en nuestros sistemas alimentarios, como mejora la producción de alimentos a nivel de finca, descarbonizar las cadenas de suministro de alimentos o cambiar nuestros hábitos de consumo.


En este sentido, los gobiernos pueden facilitar la transformación reformando los subsidios y los regímenes fiscales. Actualmente, más del 80% de la financiación climática se encuentra principalmente en los sectores de energía y transporte y, aunque esto puede tener efectos colaterales en los sistemas alimentarios, por ejemplo, más energías renovables y más vehículos eléctricos podrían mejorar las emisiones del procesamiento y transporte de alimento. La financiación de los sistemas alimentarios sigue siendo escasa, pues sólo un 3% de la financiación climática pública se destina a los sistemas alimentarios, y aún menos a los pequeños productores, según el reciente informe publicado por la Alianza Global para el Futuro de los Alimentos.


El sector privado, por su parte, podría ayudar a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos a nivel de finca y a lo largo de los procesos industriales. La ciudadanía podría cambiar sus estilos de vida para consumir dietas menos dependientes de productos de origen animal y con una mayor proporción de frutas, verduras, hortalizas, cereales (integrales), legumbres y frutos secos. El informe European Lancet Countdown de 2022 muestra que, en 2019, casi 2,2 millones de muertes (27% del total de 8,3 millones de muertes) en adultos en Europa fueron atribuibles a dietas poco saludables. Los datos también dan una idea de las emisiones totales de GEI relacionadas con la producción y el consumo de productos agrícolas, y alimentos de origen animal. La carne, los lácteos y los huevos constituyeron la mayoría de emisiones per cápita, con las emisiones per cápita más altas observadas en el Norte de Europa.


La Unión Europea (UE), incluyendo España, tiene como objetivo la transición hacia una alimentación sostenible a través de su Estrategia de la Granja a la Mesa. Como parte de esta estrategia, la Comisión Europea tiene previsto proponer a finales de 2023 un marco legislativo para los sistemas alimentarios sostenibles, con el potencial de poner el sistema alimentario europeo en un camino sostenible garantizando la coherencia de las políticas a nivel nacional y de la UE. Se espera que esta legislación introduzca un marco regulatorio para el etiquetado sostenible de los alimentos, es decir, etiquetas que informen a los consumidores sobre los impactos ambientales de un producto y requisitos mínimos para la compra pública de alimentos en los centros educativos, socio-sanitarios y centros de la administración pública, entre otros.


¡Necesitamos actuar ahora para que haya una transición real hacia unos sistemas alimentarios más resilientes, saludables y justos!

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