Tras el interés generado en la jornada sobre Derecho a la alimentación en personas mayores que realizamos en noviembre, el jueves 29 de febrero tuvo lugar en el Centro Cívico Teodoro Sánchez Punter la Jornada Sobre la Situación de las Residencias. En ella Manuel Rico presentó por vez primera en Aragón su aclamado libro ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias. Para el debate contamos también con Carmen López y María Jesús Valero de Marea de Residencias y con Jesús Maestro de la Comisión de Mayores de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza.
Tras una breve bienvenida e introducción por parte de Mensa Cívica, Manuel comenzó con su ponencia basada en el libro mencionado, pero en la que también abordó la particularidad de la situación de la Covid-19 en Aragón y la nula transparencia del gobierno en aquel momento. La primera parte la dedicó a explicar cómo funciona el negocio de las residencias. Expuso la importancia de hablar de la gestión de los centros y no únicamente de su titularidad, pues, por ejemplo, en Aragón existen 76 residencias de titularidad pública (15 CCAA, 57 municipales y 4 comarcales) pero solo 48 de gestión pública. Las otras 28 están privatizadas. En total, en Aragón hay 283 residencias de las que el 83% de ellas son de gestión privada, así como de las 19.225 plazas el 82,4% también son gestionadas de forma privada. Sin embargo, muchas de ellas tienen financiación pública.
Manuel explicó que en el sector de las residencias se dan dos anomalías. La primera de ellas es el papel de los fondos de inversión y del oligopolio que se ha generado, pues vemos que el 17% de todas las camas están controladas por ocho gigantes del sector que, a su vez, la mitad de estos los dirigen fondos de inversión. La segunda anomalía tiene que ver con el papel que juega la Iglesia católica en este negocio: es el principal operador del sector, más del 10% de las plazas las controlan entidades vinculadas a ésta. Estos centros siguen funcionando con los conceptos de caridad y beneficencia del siglo XIX., alejados completamente de marco del Estado de Bienestar.
Sin embargo, Manuel matizó que no todas las empresas son iguales y que existen muchas residencias que funcionan correctamente. Ahora bien, aquellas que son controladas por multinacionales y por fondos de inversión buscan la obtención del máximo beneficio posible, lo que les lleva paradójicamente a que descuiden sus funciones principales: los cuidados. Manuel explicó cómo estos negocios privados se sustentan y viven gracias a las diferentes formas de financiarse a través de dinero público. Por otro lado, los beneficios se obtienen a costa de precarizar el sector con ratios que no contabilizan la ratio de presencia y con una baja remuneración salarial.
Después de los gastos de personal, el siguiente gran coste, en torno al 10-12%, es el de la alimentación. Aquí, de nuevo, las empresas priman el beneficio económico al bienestar y el cuidado de las personas residentes, puesto que proveen menús baratos, pobres y poco saludables. En muchas residencias el menú diario - desayuno, comida, merienda y cena - no llega a los 5 euros y resulta muy difícil encontrar residencias que gasten más de 6 o 7 euros diarios por residente. Con estos bajos costes es inimaginable pensar que la comida puede corresponderse con un servicio de calidad.
El tamaño y el tipo de habitaciones son otras de las cuestiones que afectan al negocio. En cuanto a tamaño, en Aragón, un 20% del total de las 56 residencias tienen cien o más plazas. Esto, evidentemente, tuvo un gran impacto en la propagación del virus en la pandemia. Además, las grandes empresas quieren tener habitaciones dobles para incrementar los beneficios de su negocio, lo que vulnera el derecho a la intimidad de los mayores. Es decir, estamos ante un sector que ha mercantilizado los cuidados, que vive del dinero público, apoyándose en una fuerte precariedad laboral, recorta en alimentación y que desprecia el derecho a la intimidad de los mayores.
Se ha llegado a esta situación debido a que la Administración ha abierto las puertas de par en par a que el cuidado de los mayores sea mercantilizado. La Administración ha renunciado a la prestación del servicio, delegando esta a empresas privadas. Aún debería de ocuparse de regular el servicio, inspeccionar que se cumple correctamente y en el caso de que no lo hiciera sancionar dichos incumplimientos. Sin embargo, en estas tres funciones, a las que no puede renunciar, está completamente ausente. Los cambios que Manuel detecta como primordiales o evidentes para revertir esta ausencia son la mejora de ratios del personal, la garantía del derecho a la intimidad, la publicación de las actas de inspección, sanciones firmes, el cambio del modelo de inspección a uno fijado en los procedimientos en vez de en los resultados, la fijación de unos máximos a los beneficios empresariales, el cambio de los concursos públicos, la eliminación de la prestación económica vinculada al servicio y la garantía por ley de que todos los residentes puedan obtener una plaza en un centro de gestión pública.
Para finalizar su exposición, Manuel hizo hincapié en que todas estas medidas únicamente se podrán lograr estableciendo alianzas entre todos los sectores implicados, potenciando la movilización desde lo social, pasando por lo político y sindical, hasta llegar al ámbito judicial. Es decir, debemos seguir luchando conjuntamente, ejerciendo presión desde todos los ángulos.
Tras esta ponencia tomaron la palabra Carmen López y María Jesús Valero de Marea de Residencias. Comenzaron su intervención explicando que el derecho a la intimidad y la dignidad de las personas mayores es lo primero que se pierde al entrar en una residencia que no funciona bien, quedan despojados de su derecho a decidir qué ropa ponerse, cuándo ir al baño o sobre cuándo echarse la siesta. Desde Marea de Residencia llevan muchos años luchando para que existiera una ley a nivel estatal que estableciera unos mínimos para todas las residencias y que, de este modo, dónde vives, no condicionara cómo has de terminar tu vida. En noviembre de 2019 organizaron la primera gran manifestación y todavía siguen reclamando esta ley marco. Comentaron que sigue habiendo querellas abiertas desde la época de la pandemia, pero que ellas no cesarán en su lucha.
Una de las cuestiones que resaltaron fue la degradación de la calidad alimentaria. Les llegan asiduamente fotografías de comidas podridas, quemadas o irrisoriamente escasas. Recalcaron lo mencionado por Manuel, los beneficios se extraen de los recortes en personal y alimentación, con la gravedad que esto supone en relación con la prestación de su servicio. Pese a la inflación los precios no han subido. En las residencias privadas se gastan 4,7 euros por persona cada día (desayuno, comida, merienda y cena). En la gestión pública son 6,5 euros con empresas externalizadas que pagan mejor a sus trabajadoras en la cocina. Los casos de desnutrición y pérdida de peso y apetito son muy numerosos. Es por ello por lo que desde este movimiento luchan para que las residencias tengan su propia cocina, para que los familiares puedan participar en la distribución de los alimentos y para que puedan entrar en las cocinas, pues en este ámbito también existe una terrible opacidad. Por último, dieron cuenta de la existencia de una guía alimentaria para residencias de la AESAN que lamentaron que sólo fuera a modo de recomendación y no conllevara obligaciones.
Por último, tomó la palabra Jesús Maestro de la Comisión de Mayores de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza quien expuso algunas particularidades de la situación de las residencias en Aragón. Explicó que entre las dificultades de arrojar luz a la poca transparencia de las residencias está el miedo a que las familias tienen a protestar o quejarse internamente y al hecho de que no existan los consejos de usuarios, órganos obligatorios que facilitarían la democracia en la gestión y en el acceso a la información de lo que sucede. Subrayó también la importancia de las familias como agentes participativos en la gestión y la centralidad de un seguimiento tenaz y veraz en el cumplimiento de los deberes del servicio que se provee.
Después de todas las presentaciones se abrió el turno de palabra al público. El coloquio estuvo enriquecido por las experiencias expuestas por parte del público y por preguntas que hicieron que las ponentes ahondaran en ciertas cuestiones de sus presentaciones. Tras ello, se agradeció a todas las personas asistentes el interés, dimos por concluida la jornada y quienes tenían a mano el libro de Manuel tuvieron la suerte de que este se lo firmará.
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