Siguiendo un artículo que publicamos anteriormente sobre el debate creciente en lo que se refiere a la "seguridad alimentaria", en este otro nos centramos en la capacidad que tiene Europa de consumir más de lo que le corresponde de los recursos agrícolas del mundo. Pues se podría decir que, contrariamente a lo que muchos podrían suponer, Europa “se come el mundo”.
La UE tiene un sólido historial de sobreproducción agrícola, por lo que sería reconfortante que también pudiera apoyar a los países que luchan por la autosuficiencia. Desafortunadamente, este no es el caso.
De hecho, Europa consume mucho más de lo que le corresponde, desperdicia más alimentos de los que importa y, a pesar de ser el mayor exportador de alimentos y bebidas, hace poco para apoyar la nutrición o la seguridad alimentaria mundial, ya que una gran parte de las exportaciones de la UE son artículos de lujo, no alimentos básicos. Después de todo, el champán y el chocolate difícilmente forman parte de una dieta saludable accesible para todos y todas, ¿verdad?
Y si bien la UE domina en la exportación de productos básicos de alto valor, también es un importador neto de calorías, ya que depende de las importaciones para el 11 % de las calorías y el 26 % de las proteínas que consume. La importación de materias primas de bajo valor y la exportación de las de alto valor contribuye en gran medida a la economía de la UE, pero contribuye poco a la seguridad alimentaria mundial.
Lamentablemente, no apoyar la seguridad alimentaria mundial no es la única deficiencia del comercio agroalimentario de la UE. Las importaciones agroalimentarias de Europa tienen efectos nefastos en el medio ambiente y las comunidades, ya que contribuye enormemente a la pérdida de biodiversidad global, el agotamiento del suelo y el cambio climático, todo lo cual afecta la salud humana.
Una de las métricas es la deforestación. Actualmente, la UE es el segundo mayor importador mundial de productos (como café, aceite de palma y soja) relacionados con la deforestación, después de China. En un intento por alterar este impacto devastador, en diciembre de 2022 la UE concluyó las negociaciones sobre una nueva ley sobre productos libres de deforestación. Esta ley ha sido bien recibida por muchos que esperan que desencadene un cambio estructural muy necesario. Sin embargo, no ha logrado defender los derechos reconocidos internacionalmente de los Pueblos Indígenas, los mejores defensores de los bosques del mundo, y muchos ahora temen que esto socavará la intención de la regulación. Veremos que sucede finalmente, aunque existen pocas esperanzas dada la industrialización, la hiperglobalización y el monopolio que caracterizan los sistemas alimentarios de Europa.
De hecho, como señala este informe de Social Europe, los sistemas alimentarios de Europa están controlados por un puñado de empresas, con modelos de negocios configurados para beneficiarse de la incertidumbre financiera. Estas empresas controlan grandes secciones de nuestros sistemas alimentarios, impulsando un crecimiento insostenible, una pérdida de biodiversidad devastadora y los costos en espiral que vemos hoy. Todo mientras afirma 'alimentar al mundo'.
Algunas de estas empresas son el llamado Grupo ABCD (ADM, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus), que cubren entre el 70% y el 90% del comercio mundial de cereales y se benefician de la incertidumbre de los agentes financieros y de las perturbaciones de la oferta en la economía real. Al expandirse a lo largo de toda la cadena de suministro alimentario, pueden extraer grandes rentas: ADM, por ejemplo, puede aumentar sus beneficios más de un 20% interanual, Cargill casi un 30%.
El poder de mercado de los 'ABCD' puede aproximarse al de los proveedores de semillas y fertilizantes. Los precios de los fertilizantes han aumentado un 300% desde 2020 (antes de la guerra de Ucrania). Esto ha sido paralelo a la monopolización de los proveedores de fertilizantes y del mercado de semillas, que en los últimos diez años, se ha estrechado considerablemente el mercado a otras cuatro grandes empresas: Bayer-Monsanto (cuya fusión se llevo a cabo en 2018), DowDuPont/Corteva, ChemChina-Syngenta y BASF.
Pero los grandes procesadores de alimentos también desempeñan un papel central, con Nestlé, Unilever y Coca Cola particularmente fuertes. Nestlé registró un crecimiento del 8,5% en los nueve meses anteriores a septiembre de 2022. Unilever también registró un aumento de beneficios del 17% en el segundo trimestre de 2022, en comparación con el año anterior, a pesar de la subida de los precios de las materias primas, la energía y los costes del transporte.
La noción de que Europa “alimenta al mundo” puede ser falsa, pero eso tampoco significa que Europa tenga que “comerse el mundo”. Un cambio sistémico hacia un sistema alimentario que abastezca a las personas, el planeta y las empresas por igual está a nuestro alcance. Al pasar a un sistema alimentario verdaderamente sostenible, adoptando la agroecología y facilitando un cambio hacia dietas saludables y nutritivas (con menos proteínas animales) que respeten los límites planetarios, podríamos disminuir el impacto de Europa en el resto del mundo, lo que contribuiría en gran medida apoyo a la seguridad alimentaria mundial.
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